Exposiciones pasadas: Anish Kapoor dialoga con la luz y la oscuridad.

(Exposiciones pasadas recoge mi colaboración realizada para la web de www.artedegaleria.com en 2012-2013)
La Caja Negra, de Madrid, presenta la exposición “Shadows”, dedicada a los últimos trabajos del artista Anish Kapoor (Bombay, La India, 1954), hasta el próximo 12 de enero. Es una exposición sin grandes pretensiones formales: los cuadros que se exponen no llevan a su lado cartelas con su nombre. Son cuadros anónimos que forman parte de una serie que da nombre a la exposición. Además, son cuadros muy similares entre sí, en apariencia, puesto que todos son de un tamaño similar (medio formato), todos son aguatintas y se muestran en orden no jerárquico, con lo que no hay ninguno que sobresalga en importancia del resto, como si de un ejército de color se tratara.
¿Con qué elementos juega el artista? Para dar más énfasis a la homogeneidad de su colección, el artista repite los mismos elementos en todos los cuadros. A saber, en cada cual predomina un color: ya sea el verde, el naranja, el azul, el violeta, etc., que se va degradando conforme se acerca a los límites de la obra, hasta acabar oscureciéndose por completo; en la mayoría de las piezas se ha dejado una parte sin pintar, por lo que se muestra prácticamente el color original del soporte, ofreciendo una sensación de vacío. ¿Qué quiere representar? Esa ausencia de color, que muestra un blanco intenso, quiere representar la luz que ilumina la obra; el color en proceso de degradación hasta oscurecerse, muestra cómo el poder de esa luz comprende un espacio determinado limitado. Este diálogo entre la luz y la oscuridad, nos habla de la sombra, que es el tema central de la exposición.  Si todo fuera blanco o negro no existiría el gris. En este caso, la simple sutileza de lo  gris son las sombras. 
El término medio, lo gris, el mensaje, es importante para el artista puesto que intenta comunicarse con el espectador, que es realmente el que le da importancia a la obra. De hecho, los cuadros están protegidos por cristal que reflejan en cada momento al visitante.  El cuadro se muestra a sí mismo y muestra en sí mismo al espectador que lo contempla. Es la luz del cuadro la que permite ver al espectador. Si nos situamos cerca podremos reconocer nuestra silueta, nuestro contorno; a medida que nos alejamos, sufrimos la misma degradación que se nos muestra en la obra, hasta, finalmente desaparecer y no ser más que una sombra. La luz ha desaparecido para dar paso a la oscuridad, donde la sombra del espectador se vuelve para observar otra pieza. Esta doble dialéctica, este metadiálogo, es particularmente interesante en esta exposición debido a la sencillez en torno a la cual está articulada

Exposiciones pasadas: El dinamismo del mar en Eduardo Sanz

(Exposiciones pasadas recoge mi colaboración realizada para la web de www.artedegaleria.com en 2012-2013)
“Cuando me acuesto me digo: sueña en color. Ya despierto me digo: caligrafía ideas y sé un honrado artesano, ya que la calidad y el resultado final es producto del talento”. Así abre la exposición de Eduardo Sanz (Santander, 1928), titulada “Mar a la Vista: 1943-2012”, que se expone hasta el 5 de enero en la Galería de Arte Fernández-Braso. Efectivamente, como dice este artista octogenario, es un honrado artesano que, a través del esfuerzo y la obsesión temática, ha ido forjando su obra transformándolo en arte. Básicamente lo que nos vamos a encontrar es el trabajo de un hombre apasionado por el mar. El segundo cuadro que se expone (Bajamar, 1943), pintado cuando apenas contaba quince años, ya indica las preferencias, preocupaciones e intereses de su autor: el mar (todavía calmo), los barcos que lo transitan, la línea del horizonte y las montañas. Este cuadro reúne muchos de los elementos que desdoblará en el resto de sus obras, tanto pictóricas como escultóricas.
Debido a que Sanz es, aún a día de hoy, un artista en activo, tiene una vastísima obra que abraza varias vanguardias artísticas: el informalismo, el expresionismo, el conceptualismo, el pop, el hiperrealismo o la abstracción. La muestra ha sabido elegir en las 25 obras que se exponen una buena muestra representativa de estos intereses formales del autor. No es de extrañar, por tanto, que los materiales, soportes y técnicas que vamos a ver sean muy variados. Esta investigación formal da frescor y vivacidad a la exposición, que, por otro lado, son también características del mar.
Otro de los aspectos interesantes del autor es que así como el mar es dinámico, su forma de enfrentarse a él también lo es. No hay dos mares iguales en la obra del autor. Ya sea porque el color que utiliza para pintarlo es distinto (encontramos mares completa o parcialmente verdes, azules, grises, amarillos, marrones), ya sea porque a veces el mar está intranquilo, furioso o calmado; ya sea porque aparece sólo o acompañado (de barcos, montañas, rocas, faros). Cada mar es único. Una de las señas de identidad que diferencia al artista es que, si nos fijamos, la línea del horizonte la eleva muchísimo, si no eliminándola, para que el verdadero protagonista se vea en su total esplendor; también sus cuadros están, mayoritariamente, en formato vertical. Esto hace que nuestra mirada se distorsione, de alguna manera, y tenga que acostumbrarse a este nuevo formato lejano a las típicas marinas.
Curiosamente se ha incluido en la exposición, una serie de cuadros llamada Cachón con patatas (2012), donde el protagonista deja de ser el mar, aunque permanece presente, y se centra la atención en los cachones que lo transitan.
Ahora bien, a parte de las pinturas también podemos encontrar obra escultórica. Es lo primero con lo que se va a encontrar el visitante, no obstante son las piezas 23, 24 y 25 de la exposición, las últimas. Hemos visto el mar y sus habitantes, pero no hemos visto cómo el hombre puede acceder al mar, cómo puede transitarlo, sentirlo en su furia o en su tranquilidad. Los elementos que permiten conectar al hombre con el mar son los barcos. La muestra ofrece tres esculturas de barcos (La FarallonaRozacordeles y Jorge Negrete) que en su factura pesada se contraponen a la ligereza del mar.

Exposiciones pasadas: Etienne Krahënbühl nos invita a tocar y manipular sus obras


(Exposiciones pasadas recoge mi colaboración realizada para la web de www.artedegaleria.com en 2012-2013)

El artista Etienne Krahënbühl (Vevey, Suiza, 1953) nos quiere llevar al campo de juego donde se encuentran sus esculturas para que entremos en contacto lúdico, nosotros también, con ellas. La exposición “Tocar, no tocar. Esculturas de Etienne Krahënbühl” nos invita a qué participemos, hasta el 31 de enero. El visitante de la galería Joan Gaspar de Madrid ha de jugar con lo que ve para poder comprender la obra del artista a través de sus manifestaciones particulares. 
A diferencia de muchas exposiciones en las que todos los elementos están sumamente controlados, su disposición está milimetrada, con sus correspondientes carteles amenazantes como “No Tocar”; esta muestra nos invita justamente a lo contrario, a manipular, a cambiar de sitio, a cambiar la posición de las obras. Esta particularidad nos ofrece  una experiencia íntima con unas esculturas que se mueven en el ámbito de la absoluta libertad, donde la experiencia con el espectador se hace más palmaria y real. Las obras dialogan con el visitante, le llaman a acariciarlas, a soplarlas, a empujarlas, a peinarlas y a despeinarlas y un largo etcétera;  y ellas, no sólo responden favorablemente, sino que vuelven al que interactúa con ellas pidiendo más, quieren hablar, quieren establecer una relación, son obras sociales. Este diálogo de acercamiento es particularmente estimulante para aquel que está acostumbrado a que la comunicación con el objeto artístico sea meramente intelectual o visual. El mero hecho de palparlas acerca la comunicación, algunas se mueven y se agitan, otras también emiten sonidos metálicos, otras trasmiten calor, algunas son suaves, otras rugosas, pero todas ofrecen una réplica al visitante. Todos estos elementos se pierden si no se habla con ellas a través del tacto. Tocar o no tocar, he ahí la cuestión. Son creaciones que no se entienden sin este diálogo, es necesario tocar para activarlas y ponerlas en movimiento, para que ellas se comuniquen entre sí y con el visitante.
Como se puede inferir por el contexto en que nos movemos el artista utiliza una dualidad de los opuestos en la muestra. No se centra en uno u otro sino en la relación, como proceso, que las une. No se centra en lo rudo o en lo elegante, sino en la relación entre ambas, que es lo que permite la interacción. Asimismo no se centra en la obra o en el espectador, sino en el proceso comunicativo, en el mensaje comunicado.  
Por otra parte, Krahënbühl trabaja materiales rudos como hierro patinado, acero oxidado, metralla,  caucho, que combina con plumas, plástico, filamentos compuestos por un tipo de aleación de níquel y titanio (Ni-Ti) para reflexionar acerca de la belleza en la rudeza y  sobre si es posible crear movimiento a través de lo aparentemente inmóvil, de si es posible crear ligereza a través de  la dureza en consonancia con lo ligero y elegante. Esta dialéctica interna de sus obras no es ajena al visitante, que, en cierto modo, puede proyectar sus propias contradicciones en las piezas. Encontramos, pues, dos formas de comunicación, que se invita a buscar a aquel que visite la muestra: una interna en la obra y otra externa entre la obra y el espectador. 

El título del blog hace alusión a la difusión, visionado y amor por las imágenes. Reflexionaremos sobre las imágenes, sobre películas, sobre el género (audio)visual en general.
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