El árbol de la vida (2011)

Hoy me toca hablar de El árbol de la vida de Terrence Malick. En la entrada anterior puse dos temas de la Banda Sonora para que el lector se hiciera una idea de qué se va a encontrar si ve la película.
Terrence Malick, el director que no concede entrevistas, el director de seis películas, el director que fue filósofo antes que realizador nos trae esta obra nada convencional.

No es nada convencional primero por su ritmo, caracterizado por ser lento y por cortar la narración en pro de mostrar imágenes móviles de la belleza que puede ofrecer la naturaleza. Segundo, por sus pocos diálogos y tercero porque gran parte de la película está dirigida a hablar de la sublimidad de Dios.
Es posible que estas características influyan negativamente a la hora de ir a ver la película. Vivimos en la sociedad del estrés, la velocidad, el ruido y la ausencia de Dios. Esta película, por tanto, nos ofrece aquello a lo que no estamos acostumbrados.

Yo desde que vi el trailer, (la primera de tantas veces) me dije: "Malick, no te vas a comer un colín", "Esta película no la va a ir a ver ni el tato". "El espectador te va a dar la espalda y tú con Brad Pitt podeís ir saliendo por la puerta de atrás". Según la mayoría de las críticas que he leído esto se ha cumplido: Gente que se ha salido en mitad de la proyección, otros que se han dormido, otros que han aborrecido la película sin haberla visto. ¿Por qué?, porque es una obra de arte contemporánea.

Esto inevitablemente me lleva a una de las cuestiones fundamentales que se encuentra en la base de lo que es el cine. ¿El cine es entretenimiento?, ¿me sirve para evadirme de los problemas cotidianos durante una hora y media y luego vuelta a la realidad?. O ¿quizá el cine es un arte que invita a pensar?, ¿ es un arte que invita a asumir la película como propia, a hacer de ella una experiencia nueva, que ensancha mi mente y mi propia cultura visual y que me invita a enfrentarme a la realidad?. Estas preguntas me surgían viendo la película y escuchando a mi alrededor toses de espectadores inquietos e impacientes por ver a Brad Pitt en acción.
Reflexionando sobre esta situación llegué a la conclusión a la que todos a los que nos gusta ver cine hemos llegado alguna vez: ¿Por qué veo cine?. Por lo que se ve se muestran dos caminos: el cine como medio para evadirse de la realidad, o el cine como medio para insertarse aún más en la realidad. 

Estoy seguro de que el cine es ambas cosas, sin embargo cuando una película logra hacerte mirar la vida, la naturaleza de forma distinta descubres que el cine que realmente importa es el segundo. Yo salí de ver esta película con ganas de ver más cine y seguir aprendiendo de él, intuyo que el camino es largo porque se han de ver muchas películas y que esta búsqueda realmente nunca acaba. Sin embargo estoy dispuesto, en las medidas de mis posibilidades, a seguir este camino.

Bueno, volvamos a la película, que me desvío. 

La película muestra, a modo de cuadro impresionista, la vida de una familia media estadounidense normal y corriente. Un padre, una madre y los niños pequeños. (Vamos que sólo faltaba el perro que trajera el periódico para ser la familia ideal). Esta familia vive experiencias y situaciones que no pueden controlar, que provienen de los designios de Dios. Continuamente están hablando con y de Dios a modo de monólogos interiores o diálogos entre ellos. El espectador se convierte en espectador de estas súplicas, si no fuera porque Malick hace que se introduzca en las preces que hacen ellos por medio de imágenes sugerentes que intentan mostrar la grandeza y sublimidad de Dios y la naturaleza. Haciendo ver que el ser humano no es nada comparado con la inmensidad de lo creado, sin embargo que tiene un puesto importante en la creación, pues Dios lo erige como dueño de la naturaleza.

Malick consigue mostrarnos esto grabando la naturaleza. Sin embargo, en todo momento, sólo graba lo que el considera que es lo bello de la naturaleza: el espacio, las olas de mar en el momento en que rompen, las copas de los árboles que dejan entrever el universo infinito, los niños recién nacidos, etc.Para muchos estas imágenes conseguirán agotarles e incomodarles en sus asientos, puesto que parece que la película se convierte en documental de repente y el ritmo de la narración se corta. La familia de Brad Pitt queda a un lado mientras el director inserta imágenes en movimiento de procesos naturales durante varios minutos (más de los que estamos acostumbrados). Dejaos llevar por las imágenes, es el consejo que os doy.

Yo no puedo recomendar esta película sin más. No sé si hacerlo o no, la verdad. Depende muchísimo de tu forma de enfrentarte a una película, de tu estado de ánimo, de la gente que esté viendo contigo el filme, de tu bagaje cultural, de tu forma de mirar, de tu forma de entender el arte, etc. En ningún caso veas la película si estás cansado o tienes cosas pendientes de hacer. Una de las condiciones indispensables para ver la película es dejarte llevar por ella, de esa forma las imágenes te envolverán y sobrecogerán, la historia te será muy fácil de entender, y verás belleza hasta en los detalles más nimios.

Yo fui con muchísimas ganas de verla, especialmente por las contradicciones que ha generado (que si es arte, que si es una basura, que si es una genialidad o una pérdida de tiempo). Más bien tenía ganas de  verme reflejado en la película y ver en que se parecía la vida y los acontecimientos de la familia con mi propia vida, de ver cómo la naturaleza que les rodeaba a ellos se parece a la que veo yo cada día. Fui con la única compañía de mi entrada y la única tarea que tenía que hacer después era cenar.  Cuando pasaron las casi dos horas y media de la película, salí con un ánimo y unas ganas de descubrir la belleza y a Dios en las pequeñas cosas, en las situaciones sencillas de mi vida, que aún sigo teniendo hoy, y ya han pasado tres días. Esto no lo ha conseguido casi ninguna película de las que he visto.

El cine se aprende viendo muchas películas y relacionando filmografías de directores, actores, etc... Cada uno llegará a crearse una red de películas única y personal que condicionará en gran parte de su forma de mirar y que lo hará único. Cada uno se hará una idea de qué es el cine, que será igualmente personal. En eso reside la llamada magia del cine.

Pero sin duda, la mejor forma de aprender cine es coger una cámara y ponerse a rodar, como diría Godard.







OST de El árbol de la vida

Hace dos días vi la película de El árbol de la vida de Terrence Malick. Es una película impresionante, pero que no puedo recomendar sin más. En breve haré un análisis y vosotros decidís si vais a verla o no, porque no es nada convencional.

Os dejo parte de su OST para que vayáis disfrutando.


A las puertas del nuevo curso

Despúes de unos meses sin actividad, este blog vuelve para traeros nuevas noticias. Este verano he estado viendo mucho cine: películas, cortometrajes, muchos documentales metafílmicos. Además he leído algunos libros sobre el tema.

He estado pensando sobre el blog y su contenido para hacéroslo más atractivo a los lectores. Intentaré lavarle la cara durante este curso, introduciendo innovaciones y haciéndolo más interactivo para que todos podamos participar de una forma más activa.

Pronto iré añadiendo nuevas entradas, así que no perdáis de vista icon-o-rama.
El título del blog hace alusión a la difusión, visionado y amor por las imágenes. Reflexionaremos sobre las imágenes, sobre películas, sobre el género (audio)visual en general.
Exposiciones, comentarios, críticas, reflexiones, aportaciones, decisiones... llenarán cada rincón de Icon-o-rama.